El Sistema-mente: Memoria kármica (Alaya)

El Sistema-mente: Memoria kármica (Alaya)

09/08/2023, 7:07 am
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Vamos a por la tercera forma de memoria, la más budista: Alaya o almacén kármico o memoria kármica.

Dado que hemos visto otras formas de memoria que en budismo no se contemplaban tradicionalmente, alaya queda entonces algo desprovista de algunas características que antes sí le habíamos asociado en el Sistema-Mente, por tanto vamos a volver a redactar esa parte porque a pesar de las otras formas de memoria sigue teniendo sentido contemplar que además de ellas, ha de existir otra memoria, una memoria que por sus característica diremos que es una memoria kármica.

En este contexto del Sistema-Mente, entendemos Alaya solamente como el almacén kármico mental. Si crees en otras formas de karma, por ejemplo de recompensa ética para los renacimientos, no iría aquí. En este caso hablamos de detalles (kármicos) personales que permanecen con el paso del tiempo y que de forma obvia en algún lugar deben residir y a eso lo llamamos, por tradición, Alaya. Nada más. Veremos cuales son, esos detalles kármicos.

Si hemos visto que la memoria episódica define lo que creemos ser en el tiempo (nuestra historia personal) y la semántica contiene nuestras ideas y demás conceptualidad, ¿qué más podríamos tener que guardar? ¿qué hay en Alaya?

Lo podemos ver con un ejemplo o dos:

Imaginemos que de pequeño te muerde un perro y eso te marca, te traumatiza, de tal manera que a partir de ese momento odias los perros. Ese odio puede permanecer más allá de que tengas amnesia y desde luego no es un conocimiento teórico, aunque pueda expresarse con palabras. No es memoria auto-biográfica, ni procedimental (esta sería la más cercana), ni semántica. Aunque es fácil ver que tiene algo de relación con todas ellas.

La enfermedad de Alzheimer deshace la memoria episódica. Eso seguro. Nos sorprendemos porque un anciano se emociona al oír una canción de su juventud, pero no recuerda la cara de su propio hijo, estamos viendo como el Alzheimer ha destruido una forma de memoria pero no otra…

Alaya es la forma de memoria con más relación con la emocionalidad, aunque en última instancia seguramente todas la tienen pues se almacenan recuerdos con la emocionalidad (hoy día se dice «para enseñar hay que emocionar»). Pero Alaya es básicamente las marcas creadas por y para la gestión emocional.

Además uno actúa, desea, razona y piensa en función de Alaya. Por eso Alaya es además nuestra propia y personal prisión kármica.

En ese sentido es una forma de memoria más profunda que las anteriores pues también desencadena las otras (la emoción es lo que nos mueve ¿recuerdas?).

En Alaya se almacenan Vasanas y Samskaras, que son conceptos de origen hinduista pero aplican igual a todos. Son nuestras tendencias, manías, deseos, reacciones no meditadas, gustos,  etc… Al final es lo que llamamos «reactividad» o cicatrices en Alaya y se llaman cicatrices porque se crean por «trauma», sea positivo o negativo, es decir que la fijación se hace por emoción, a mayor emoción marca más profunda y más duradera o intensa.

Al respecto del libre albedrío Schopenhauer decía (más o menos):

Puedes hacer lo que te gusta pero no puedes decidir lo que te gusta.

Esto es obvio: puedo perseguir al amor de mi vida, pero yo no elijo por qué me gusta más esa persona que otra. Eso no está a nuestro alcance. Luego, incluso si la «persecución de ese amor» fuera una acción libre (que no lo es) lo que es seguro es que su desencadenante no lo es y eso es más que suficiente para entender que el libre albedrío es una ilusión incluso sin profundizar mucho más.

En nuestra terminología estamos diciendo que Alaya no se elige, ni se define conscientemente, se construye en base a circunstancias personales, pero no se elige. Y dado que es tan relevante en todo lo que hacemos, pues eso, que es nuestra prisión kármica.

Así el concepto de Alaya substituye en el budismo en cierta manera al de “libre albedrío” de la religiones teístas porque es la raíz del proceso causal que acaba en la acción. Y por eso el Buddha decía que la enseñaba con prudencia para que no la confundan con el yo/atman.

Pero tenemos una salida de esa prisión kármica, por suerte. Y eso porque nuestras reacciones actuales son las que marque o bien Alaya en forma reactiva, o bien nuestras ambiciones de cambio, aprendizaje y liberación si estamos mindful (sino no será posible).

En modo mindful podemos gestionar, al menos parcialmente las reacciones propuestas por Alaya. Notaremos el impulso de alaya, pero podremos matizar ese impulso (a veces). En cuanto perdamos el mindfulness no habrá resistencia alguna seremos el vehículo de expresión de Alaya. Esto es lo que suele confundirse con libre albedrío.

Es decir, carecemos de libertad alguna en modo reactivo, repetimos nuestros patrones adquiridos en Alaya, pero en modo mindful podremos aplicar aquello que hemos decidido que debemos hacer para dirigirnos hacia la situación que nos parece más recomendable, para cambiar nuestra situación samsárica. Que también se ha adquirido causalmente, pero es motor de cambio mientras que el otro modo no.

O dicho aún más fácil: el modo mindful es el (único) modo mental que cambia Alaya.

Por eso, mindfulness proviene de Sati o Smrti que tiene su raíz “recordar”. Nuestra atención o mindfulness no debe ser neutra, es aplicada, aplicada a cierta situación. Si uno hace el voto del Bodhisatva, por ejemplo, nuestro mindfulness nos recordará ese hecho y podremos actuar en consecuencia (y no arrastrados por nuestras cicatrices enquistadas).

Cuando algo como un voto está «totalmente interiorizado» es que no es solamente una entrada en nuestra memoria semántica (una idea, un concepto) como adelantamos hace dos días sino que ya ha calado hasta Alaya y es parte de nuestra vida haciéndose incluso sin nuestra atención,

Seguimos

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